Declaración de IU ante la jornada de movilizaciones con motivo de la reunión del G-20 en Londres.
Las criticas y los análisis de la izquierda alternativa y “altermundista” sobre la globalización capitalista, se han confirmado. Nos encontramos ante la más grave crisis económica y financiera internacional desde la gran depresión de los años 30, cuyo epicentro se encuentra en el corazón del sistema capitalista (los países desarrollados y muy significativamente, los Estados Unidas). La economía mundial se está viendo arrastrada a una gran depresión y nadie puede descartar un agravamiento de los problemas del sistema financiera, hasta el punto del colapso, por la magnitud de la burbuja financiera, su opacidad y los efectos que la propia crisis de la economía real está teniendo sobre los activos financieros.
La evolución y el desenlace final de esta gran crisis económica, a cargar en la cuenta del capitalismo, y sus consecuencias sociales y políticas, están plagados de incógnitas. Podemos dar por seguro que el mundo que surgirá no será igual al del pasado reciente, conformado bajo el neoliberalismo, y que se abrirán expectativas impensables hasta hace poco para cambiar el desorden existente si los trabajadores y las fuerzas de la izquierda se movilizan, toman iniciativas y proponen alternativas para impedir que la salida de la crisis esté dominan por los intereses del capital.
Desarticulado el sistema económico, los gobernantes de los países del G-20 vuelven a reunirse en Londres en un nuevo intento desesperado de evitar el desmoronamiento del sistema financiero internacional, algo para lo que encuentran cada vez más dificultades. Acuden a la reunión inermes ante el caos existente, cada uno de ellos abrumado por problemas que requieren tanto soluciones especificas como globales de fondo, pretenden guardar las formas, pero en una situación de “sálvese el que pueda”, y con el único propósito de preservar el capitalismo, recurriendo a mínimas reformas de mayor regulación financiera, control de los capitales y posible cooperación internacional entre los centros del sistema. Pero las dificultades de todo tipo, la lógica interna del capitalismo y la naturaleza de la crisis desatada impedirán acuerdos tangibles y
soluciones eficaces a los problemas que afronta hoy el mundo.
Los propósitos de esta próxima reunión del G-20 refunda, dicen, el capitalismo- y su fracaso anunciado, justifican plenamente las movilizaciones convocadas en todos los países con el fin de promover una reacción masiva de los ciudadanos, que muestre el desacuerdo con los gobiernos y trate de obligar a estos a superar la situación con objetivos y medidas radicalmente diferentes a los adoptados hasta ahora.
En nuestro país, la crisis ha adoptado un perfil singular y particularmente grave, como ponen en relieve el crecimiento irresistible del paro, la desolación que reflejan todos los indicadores económicos y el hundimiento de las expectativas. Todo ello enmarcado en la parálisis del gobierno, que responde, incluso más a la carencia casi absoluta desde su óptica de posibles medidas alternativas que a su incompetencia manifiesta, por lo demás enorme. Las debilidades de la economía española la convierten en un eslabón de la cadena capitalista.
Su falta de competitividad, el agudo déficit exterior, la gran deuda externa privada acumulada, el
desaforado crecimiento de la construcción acompañado de una especulación devastadora y una actividad financiera muy discutible, el elevado endeudamiento de las familias y empresas, anunciaban desde hace tiempo, para cualquiera que no quisiera negar la evidencia, un periodo negro. Este ha llegado y ha cobrado una fuerza y un cariz insólitos por la crisis financiera internacional que , como no puede ser de otro modo, está descargando toda su furia sobre una economía que es la segunda del mundo en necesidad de financiación exterior, por detrás de Estados Unidos, y acumula un endeudamiento externo pavoroso, en un momento en que una desconfianza extrema se ha instalado en el sistema financiero internacional.
La realidad de la economía española es demasiado cruda como para que existan soluciones fáciles y no traumáticas a la crisis. Pero la derecha, en todas sus versiones posibles, está tratando desvergonzadamente de sacar provecho de la situación y, a pesar de que los trabajadores no se han beneficiado en nada del largo periodo de bonanza anterior, aparte de un aumento del empleo sumamente precario, intenta imponer un conjunto de medidas que, aunque agravan la crisis, resultan provechosas para sus objetivos y lesionan los intereses de los trabajadores, duramente golpeados ya. La pérdida de poder adquisitivo de los salarios, la escasez de las pensiones, las nuevas contrarreformas fiscales, la reducción de cotizaciones, el abaratamiento del despido… están de nuevo sobre el tapete, como si los trabajadores hubieran ocasionado la crisis, fueran de algún modo culpables, y ésta tuviera solución con sus sacrificios.
Ha llegado la hora de tratar de impedir que la crisis y los desafueros cometidos los paguen los trabajadores y las capas sociales más débiles. Es el momento de combatir toda nueva agresión y de evitar que los efectos de la crisis suman a los trabajadores en la desolación y el derrotismo. Es necesario, de inmediato, organizar y activar a los sectores ya afectados, en particular a los parados, a los que han agotado ya el seguro de paro o los subsidios por desempleo, a las familias con todos sus miembros en paro, a los que ven amenazados sus hogares por la imposibilidad de hacer frente a las hipotecas. El desastre económico que se ha desatado no puede seguir cebándose en los más débiles y ha de servir de estímulo para la lucha.
Una lucha que debe en estos momentos pasar primordialmente por exigir medios y posibilidades de subsistencia para los más perjudicado, deteniendo la sangría del paro, con una reducción drástica del tiempo de trabajo, una prolongación de las prestaciones y subsidios por desempleo, subvenciones a las familias sin ingresos y medidas para que no se puedan producir embargos de vivienda ni desahucios por impago de hipotecas o alquileres.
Y una lucha que, a medida que los ciudadanos tomen conciencia de la catástrofe a ala que estamos abocados, ponga los fundamentos para otro tipo de economía, una economía socializada, que nos evite tantos sufrimientos eludibles y nos permita vivir sin miedos y con esperanzas en una nueva sociedad: el socialismo del siglo XXI.
IU denuncia al capitalismo como el sistema origen de la grave crisis económica, social, alimentaria y ecológica. IU propugna un programa de mediadas urgentes para dar una salida progresista a la crisis, que ponga freno a la destrucción de empleo, garantice prestaciones sociales dignas para todos los desempleados/as, genere un importante volumen de empleo con menos recursos de los utilizados por el gobierno Zapatero para sostener la banca, elimine la precariedad laboral que ha acelerado el crecimiento del desempleo, reduzca por ley la jornada laboral a 35 horas y así repartir el trabajo con más calidad de vida, garantice unas pensiones dignas, incremente los salarios, etc.
Para alcanzar estos objetivos IU defiende la necesidad de un giro radical en la política económica y social que pasa por el control publico y democrático de los sectores estratégicos de la economía, banca, energía, telecomunicaciones, transporte, etc. Que permita:
• Poner en marcha las inversiones necesarias para aumentar el gasto social hasta la media de la UE y así mejorar los servicios sociales y crear empleos de calidad.
• Facilitar el crédito a las familias y pequeñas y medianas empresas;
• Impulsar un rápido desarrollo de las energías renovables;
• Desarrollar en toda su potencialidad la ley de dependencia y del numeroso empleo asociado;
• Crear un gran parque publico de viviendas de alquiler de solución a la demanda de vivienda a precio asequible, evite los desahucios masivos por impagos de hipotecas y de una salida a una parte de la vivienda invendible.
Con esas medidas, IU está convencida que es posible reducir sustancialmente la factura que la crisis hace pagar a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables de la sociedad.
IU llama a todos los ciudadanos/as, al conjunto de sus organizaciones, a sus militantes y simpatizantes a movilizarse frente a la crisis y a las medidas que el gobierno está tomando, que agravan las consecuencias para los trabajadores.
En esta llamada a la movilización, IU apoya y participará en la movilización internacional convocada el 28 de marzo para enfrentar la reunión del G-20 en Londres, que se concretará en el Estado Español en numerosas manifestaciones y acciones en sus principales ciudades.
Madrid, 16 de marzo de 2009
La evolución y el desenlace final de esta gran crisis económica, a cargar en la cuenta del capitalismo, y sus consecuencias sociales y políticas, están plagados de incógnitas. Podemos dar por seguro que el mundo que surgirá no será igual al del pasado reciente, conformado bajo el neoliberalismo, y que se abrirán expectativas impensables hasta hace poco para cambiar el desorden existente si los trabajadores y las fuerzas de la izquierda se movilizan, toman iniciativas y proponen alternativas para impedir que la salida de la crisis esté dominan por los intereses del capital.
Desarticulado el sistema económico, los gobernantes de los países del G-20 vuelven a reunirse en Londres en un nuevo intento desesperado de evitar el desmoronamiento del sistema financiero internacional, algo para lo que encuentran cada vez más dificultades. Acuden a la reunión inermes ante el caos existente, cada uno de ellos abrumado por problemas que requieren tanto soluciones especificas como globales de fondo, pretenden guardar las formas, pero en una situación de “sálvese el que pueda”, y con el único propósito de preservar el capitalismo, recurriendo a mínimas reformas de mayor regulación financiera, control de los capitales y posible cooperación internacional entre los centros del sistema. Pero las dificultades de todo tipo, la lógica interna del capitalismo y la naturaleza de la crisis desatada impedirán acuerdos tangibles y
soluciones eficaces a los problemas que afronta hoy el mundo.
Los propósitos de esta próxima reunión del G-20 refunda, dicen, el capitalismo- y su fracaso anunciado, justifican plenamente las movilizaciones convocadas en todos los países con el fin de promover una reacción masiva de los ciudadanos, que muestre el desacuerdo con los gobiernos y trate de obligar a estos a superar la situación con objetivos y medidas radicalmente diferentes a los adoptados hasta ahora.
En nuestro país, la crisis ha adoptado un perfil singular y particularmente grave, como ponen en relieve el crecimiento irresistible del paro, la desolación que reflejan todos los indicadores económicos y el hundimiento de las expectativas. Todo ello enmarcado en la parálisis del gobierno, que responde, incluso más a la carencia casi absoluta desde su óptica de posibles medidas alternativas que a su incompetencia manifiesta, por lo demás enorme. Las debilidades de la economía española la convierten en un eslabón de la cadena capitalista.
Su falta de competitividad, el agudo déficit exterior, la gran deuda externa privada acumulada, el
desaforado crecimiento de la construcción acompañado de una especulación devastadora y una actividad financiera muy discutible, el elevado endeudamiento de las familias y empresas, anunciaban desde hace tiempo, para cualquiera que no quisiera negar la evidencia, un periodo negro. Este ha llegado y ha cobrado una fuerza y un cariz insólitos por la crisis financiera internacional que , como no puede ser de otro modo, está descargando toda su furia sobre una economía que es la segunda del mundo en necesidad de financiación exterior, por detrás de Estados Unidos, y acumula un endeudamiento externo pavoroso, en un momento en que una desconfianza extrema se ha instalado en el sistema financiero internacional.
La realidad de la economía española es demasiado cruda como para que existan soluciones fáciles y no traumáticas a la crisis. Pero la derecha, en todas sus versiones posibles, está tratando desvergonzadamente de sacar provecho de la situación y, a pesar de que los trabajadores no se han beneficiado en nada del largo periodo de bonanza anterior, aparte de un aumento del empleo sumamente precario, intenta imponer un conjunto de medidas que, aunque agravan la crisis, resultan provechosas para sus objetivos y lesionan los intereses de los trabajadores, duramente golpeados ya. La pérdida de poder adquisitivo de los salarios, la escasez de las pensiones, las nuevas contrarreformas fiscales, la reducción de cotizaciones, el abaratamiento del despido… están de nuevo sobre el tapete, como si los trabajadores hubieran ocasionado la crisis, fueran de algún modo culpables, y ésta tuviera solución con sus sacrificios.
Ha llegado la hora de tratar de impedir que la crisis y los desafueros cometidos los paguen los trabajadores y las capas sociales más débiles. Es el momento de combatir toda nueva agresión y de evitar que los efectos de la crisis suman a los trabajadores en la desolación y el derrotismo. Es necesario, de inmediato, organizar y activar a los sectores ya afectados, en particular a los parados, a los que han agotado ya el seguro de paro o los subsidios por desempleo, a las familias con todos sus miembros en paro, a los que ven amenazados sus hogares por la imposibilidad de hacer frente a las hipotecas. El desastre económico que se ha desatado no puede seguir cebándose en los más débiles y ha de servir de estímulo para la lucha.
Una lucha que debe en estos momentos pasar primordialmente por exigir medios y posibilidades de subsistencia para los más perjudicado, deteniendo la sangría del paro, con una reducción drástica del tiempo de trabajo, una prolongación de las prestaciones y subsidios por desempleo, subvenciones a las familias sin ingresos y medidas para que no se puedan producir embargos de vivienda ni desahucios por impago de hipotecas o alquileres.
Y una lucha que, a medida que los ciudadanos tomen conciencia de la catástrofe a ala que estamos abocados, ponga los fundamentos para otro tipo de economía, una economía socializada, que nos evite tantos sufrimientos eludibles y nos permita vivir sin miedos y con esperanzas en una nueva sociedad: el socialismo del siglo XXI.
IU denuncia al capitalismo como el sistema origen de la grave crisis económica, social, alimentaria y ecológica. IU propugna un programa de mediadas urgentes para dar una salida progresista a la crisis, que ponga freno a la destrucción de empleo, garantice prestaciones sociales dignas para todos los desempleados/as, genere un importante volumen de empleo con menos recursos de los utilizados por el gobierno Zapatero para sostener la banca, elimine la precariedad laboral que ha acelerado el crecimiento del desempleo, reduzca por ley la jornada laboral a 35 horas y así repartir el trabajo con más calidad de vida, garantice unas pensiones dignas, incremente los salarios, etc.
Para alcanzar estos objetivos IU defiende la necesidad de un giro radical en la política económica y social que pasa por el control publico y democrático de los sectores estratégicos de la economía, banca, energía, telecomunicaciones, transporte, etc. Que permita:
• Poner en marcha las inversiones necesarias para aumentar el gasto social hasta la media de la UE y así mejorar los servicios sociales y crear empleos de calidad.
• Facilitar el crédito a las familias y pequeñas y medianas empresas;
• Impulsar un rápido desarrollo de las energías renovables;
• Desarrollar en toda su potencialidad la ley de dependencia y del numeroso empleo asociado;
• Crear un gran parque publico de viviendas de alquiler de solución a la demanda de vivienda a precio asequible, evite los desahucios masivos por impagos de hipotecas y de una salida a una parte de la vivienda invendible.
Con esas medidas, IU está convencida que es posible reducir sustancialmente la factura que la crisis hace pagar a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables de la sociedad.
IU llama a todos los ciudadanos/as, al conjunto de sus organizaciones, a sus militantes y simpatizantes a movilizarse frente a la crisis y a las medidas que el gobierno está tomando, que agravan las consecuencias para los trabajadores.
En esta llamada a la movilización, IU apoya y participará en la movilización internacional convocada el 28 de marzo para enfrentar la reunión del G-20 en Londres, que se concretará en el Estado Español en numerosas manifestaciones y acciones en sus principales ciudades.
Madrid, 16 de marzo de 2009
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