El último jefe de Estado de la RDA rebate por carta la versión oficial de la caída del Muro de Berlín, celebrada por la plana mayor de la derecha mundial
El último presidente de la RDA, Egon Krenz, envió una carta al presidente alemán Hörst Köhler en el que rebate la historia oficial: "Él dijo en un discurso el 9 de octubre, en el 20º aniversario de la manifestación de Leipzig: "En las afueras de la ciudad había tanques y la policía tenía instrucciones de disparar sin miramientos cuando llegara la orden". Yo puedo jurar que eso no es verdad. Ni había tanques ni hubo intenciones de usar la violencia", recuerda.
"Ni el 9 de octubre ni el 9 de noviembre de 1989. Si el jefe del Estado convierte meros rumores en hechos, la memoria se resiente. En 1990 había dos Estados alemanes. Ahora se dice que la República Federal de Alemania (RFA) fue una especie de paraíso terrenal y la RDA, el correspondiente infierno", recalca.
Así mismo, indica que se ha banalizado la historia puesto que el Muro de Berlín se hizo para evitar una guerra: "no era sólo la frontera entre las dos Alemanias. Era algo único: la frontera entre el sistema capitalista y el socialista, el bloque de la OTAN y el del Pacto de Varsovia".
Krenz recuerda que la RDA no se opuso nunca a la unidad de Alemania, "sino a la manera en que se hizo".
En los últimos 20 años se ha operado una desastrosa invasión económica de capital financiero y técnico occidental que ha destruído empleo y vaciado numerosas ciudades antiguamente socialistas, obligando a más de 2 millones de habitantes orientales a emigrar al oeste del país y dejando en la pobreza y la precariedad a la mayor parte de la población. "Hay ciudadanos del Este que se sienten de segunda o de tercera", indica Krenz.
Por otra parte, y más allá de celebrar la reunificación alemana y el final del Muro de Berlín, la derecha mundial que hace dos décadas hizo suyas las tésis del "final de la Historia", vuelve a celebrar con júbilo la imposición del capitalismo en toda Europa.
Una misa ecuménica en la iglesia de Gethsemane, a la que asistieron, entre otros, el presidente federal, Horst Köhler, y la canciller alemana, Angela Merkel, comenzaron los actos conmemorativos del 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín. Ambos han coincidido en calificar de "día de la felicidad" la fecha de la caída del Muro.
La comunidad judía se ha quejado de que esta conmemoración tape el recuerdo de la Noche de los Cristales Rotos, también un 9 de noviembre, que marca el inicio la barbarie del Tercer Reich, el régimen anticomunista y racista por antonomasia.
Ésta tarde se ha celebrado la llamada "Fiesta de la Libertad" ante la Puerta de Brandeburgo a la que han sido invitados numerosos estadistas occidentales.
Han asistido el primer ministro británico, el socioliberal Gordon Brown, y la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton. También, los presidentes de la Comisión de la Unión Europea, el avalador de la guerra de Irak José Manuel Durão Barroso, el del Parlamento Europeo, el ultraderechista checo Jerzy Buzek, así como el Nobel de la Paz, el nacionalcatólico polaco Lech Walesa, o el ex secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, responsable de la Guerra de Vietnam y del Golpe de Estado de Chile, entre otros crímenes contra la Humanidad.
El último presidente de la RDA, Egon Krenz, envió una carta al presidente alemán Hörst Köhler en el que rebate la historia oficial: "Él dijo en un discurso el 9 de octubre, en el 20º aniversario de la manifestación de Leipzig: "En las afueras de la ciudad había tanques y la policía tenía instrucciones de disparar sin miramientos cuando llegara la orden". Yo puedo jurar que eso no es verdad. Ni había tanques ni hubo intenciones de usar la violencia", recuerda.
"Ni el 9 de octubre ni el 9 de noviembre de 1989. Si el jefe del Estado convierte meros rumores en hechos, la memoria se resiente. En 1990 había dos Estados alemanes. Ahora se dice que la República Federal de Alemania (RFA) fue una especie de paraíso terrenal y la RDA, el correspondiente infierno", recalca.
Así mismo, indica que se ha banalizado la historia puesto que el Muro de Berlín se hizo para evitar una guerra: "no era sólo la frontera entre las dos Alemanias. Era algo único: la frontera entre el sistema capitalista y el socialista, el bloque de la OTAN y el del Pacto de Varsovia".
Krenz recuerda que la RDA no se opuso nunca a la unidad de Alemania, "sino a la manera en que se hizo".
En los últimos 20 años se ha operado una desastrosa invasión económica de capital financiero y técnico occidental que ha destruído empleo y vaciado numerosas ciudades antiguamente socialistas, obligando a más de 2 millones de habitantes orientales a emigrar al oeste del país y dejando en la pobreza y la precariedad a la mayor parte de la población. "Hay ciudadanos del Este que se sienten de segunda o de tercera", indica Krenz.
Por otra parte, y más allá de celebrar la reunificación alemana y el final del Muro de Berlín, la derecha mundial que hace dos décadas hizo suyas las tésis del "final de la Historia", vuelve a celebrar con júbilo la imposición del capitalismo en toda Europa.
Una misa ecuménica en la iglesia de Gethsemane, a la que asistieron, entre otros, el presidente federal, Horst Köhler, y la canciller alemana, Angela Merkel, comenzaron los actos conmemorativos del 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín. Ambos han coincidido en calificar de "día de la felicidad" la fecha de la caída del Muro.
La comunidad judía se ha quejado de que esta conmemoración tape el recuerdo de la Noche de los Cristales Rotos, también un 9 de noviembre, que marca el inicio la barbarie del Tercer Reich, el régimen anticomunista y racista por antonomasia.
Ésta tarde se ha celebrado la llamada "Fiesta de la Libertad" ante la Puerta de Brandeburgo a la que han sido invitados numerosos estadistas occidentales.
Han asistido el primer ministro británico, el socioliberal Gordon Brown, y la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton. También, los presidentes de la Comisión de la Unión Europea, el avalador de la guerra de Irak José Manuel Durão Barroso, el del Parlamento Europeo, el ultraderechista checo Jerzy Buzek, así como el Nobel de la Paz, el nacionalcatólico polaco Lech Walesa, o el ex secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, responsable de la Guerra de Vietnam y del Golpe de Estado de Chile, entre otros crímenes contra la Humanidad.
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